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Observatorio Global sobre Convivencia

Educación

Gemelos

Juan Carlos Olea Cañizares. Psicólogo clínico

La vivencia de sí mismo del gemelo, sino se da un proceso psicopatológico que perpetúe o regenere percepciones simbióticas o de fusión, viene dada por condición natural y es la base en la que se sustenta la singularidad de su desarrollo. La individuación, condición para un desarrollo saludable y sus déficit es el tema en torno al que gira la preocupación de padres y educadores de hermanos gemelos, como si el ser físicamente casi iguales pudiese llegar a implicar un hándicap insuperable. Pero, la gemelaridad no implica determinación de psicopatologías específicas.

El característico vínculo intergemelar no implica tanto un estar más unidos que otros hermanos, sino una manera diferente de estar unidos, una especificidad respeto a hermanos no gemelos más ostensible durante momentos generalmente tempranos del desarrollo.

Los estilos de crianza y educación que promueven una adecuada diferenciación de los gemelos son determinantes para su desarrollo psicológico normal, quedando, entonces, circunscritas características de la dinámica gemelar, como la aparición de lenguajes secretos entre hermanos gemelos o ciertos grados de aislamiento con el contexto relacional, a momentos relativamente puntuales.

Por el contrario, modos educativos que dificulten la individuación y progresiva construcción de la propia identidad corren el riesgo de exacerbar y dilatar en el tiempo dichas características. Cuando un rasgo psicológico se perpetúa más allá del tiempo evolutivamente propio genera inadaptación.

Las dificultades tanto organizativas como de ajuste afectivo que la gemelaridad produce en los ámbitos parentales, pueden inducir abordajes simplificadores de la crianza y la educación que debiliten un vínculo parental diferenciador. El infante que se vivencia a sí mismo con cierto grado de singularidad tiene sentimientos singulares respecto a sus padres y hermanos y si no aprecia reciprocidad en dicho sentido, sufre. Por ejemplo, Si sus padres, reiteradamente, no se dirigen a él sino a los gemelos, posiblemente trate de evitar el padecimiento que le produzca esa debilidad del vínculo parental refugiándose en el vínculo gemelar. Además, Por la presión unificante de una educación no diferenciadora, los gemelos pueden llegar a vivir como una traición el hecho natural de estar separados.

Por otra parte, si los padres no sienten plenamente lo diferentes que sus hijos gemelos sean, podrían fantasear y temer que sean excesivamente iguales e introducir dinámicas artificiosas de separación en casa, en la escuela, en los contextos sociales propios... Al ser una norma rutinaria o mecánicamente aplicada los gemelos separados pueden llegar a sentir que es malo estar juntos y que por eso “les cortan el rollo” lo cual también es fuente de malestar.

Es difícil, pero hay que aprender a escuchar y responder a cada hijo. Estar con cada uno y tener contactos corporales individuales con cada uno, durante la infancia.

Algunos planteamientos habituales en la reflexión sobre la educación de gemelos plantean su separación en los ámbitos educativos. Es cierto que habrá días en los que tengan que realizar sus tareas en espacios diferentes de la casa. Pero habrá otros en los que puedan estar en la misma habitación y también cooperar si las tareas escolares son de tipo cooperativo. Es saludable una fraterna competitividad entre ellos y también algunas diferencias en cuanto a rendimiento en distintas materias.

Un foco de la rivalidad es la identificación, pues dos, imaginariamente idénticos, anhelan el mismo objeto; surge entonces, en diverso grado, la violencia como falsa solución para tratar de eliminar o neutralizar uno de los polos aparentemente iguales en conflicto.

Es importante inducir a compartir afectos y objetos que favorezcan una afectividad positiva, pero tal proceso formativo necesita encontrar apoyo en que cada hermano se sienta singularmente querido y atendido, a su tiempo, justa y singularmente tratado. Alabado o criticado individualmente, desde la coherencia normativa parental.

La autoridad formadora de los padres, durante la infancia, prevalece sobre la de otros contextos familiares, escolares o de tejido social. El ejercicio de dicha autoridad con convicción, sensibilidad y firmeza permite contrarrestar posibles influencias negativas procedentes de los ambientes de desarrollo habituales de los menores.

En la formación de las actitudes el tiempo es condición necesaria pero no suficiente. Que hermanos gemelos estudien en clases separadas no evita que se les etiquete indiferenciadamente en el recreo, el comedor o el parque.

La escena influye en la trama. Se aconseja evitar nombres fonéticamente semejantes y/o rimados y vestirlos habitualmente de la misma manera.

La diversidad relacional es fuente de riqueza psicológica. Se aconseja intentar que cada uno haga actividades con otros amigos, hermanos...etc, separadamente, o no, del gemelo.