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La percepción social de la ciencia en un contexto de crisis económica. (2011)

Juan Carlos Olea. Vicepresidente del Instituto Ciencia y Sociedad

Hace algunas fechas un querido y distinguido consocio en la Asociación Españolas de Científicos me solicitó una colaboración para nuestra revista Acta Científica y Tecnológica. Entendí aquel encargo como una deferencia por el tema propuesto, la percepción social de la ciencia, concomitante con algunos de mis más cotidianos quehaceres. Algunos documentos coyunturales han visto la luz recientemente al respecto y por ello nos podemos permitir un diagnóstico actualizado, aunque modesto en su formato y alguna reflexión que lo complemente en relación a temas de los que empezamos a escuchar discurrir hace más de 30 años.

España, hoy, es una nación desarrollada y una región que coadyuva junto a muchas otras a la sostenibilidad de Europa: el lugar en el que mejor se vive en el mundo. Ahora bien, dentro de ese marco de relativo bienestar, diferencia a nuestra sociedad la educación y la ciencia. Cierto es que, respecto a lo que nos ocupa, desde 1998 hasta 2005, el gasto en investigación y desarrollo, (I+D) se duplicó y que en los dos años siguientes creció un 35% llegando a incrementos del 40% en el ámbito empresarial, pero también es cierto que, a pesar de ello, al segundo milagro español, (turismo, fondos de cohesión y ladrillo) le ha sobrevivido una cultura productiva subyacente en la que el fracaso educativo y la indolencia innovadora, efectos ambos del cortoplacismo, medran, por razones suficientemente conocidas.

En 2007 la productividad en España era un 25% más baja que la de Estados Unidos y un 20% más baja que la del conjunto de la Europa del euro. Ahora aumenta debido a los niveles de paro.

Sabemos que investigación y desarrollo científico, innovación, productividad, competitividad, empleo... tienen bastante que ver y eso la ciudadanía lo aprecia.

La V Encuesta Bianual de Percepción Social de la Ciencia realizada, a finales de 2010, por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, (FECYT) señala que Ciencia y Tecnología ocupan el cuarto lugar entre las prioridades ciudadanas para implementar el gasto público, frente al sexto lugar que ocupaban en la II encuesta realizada en 2006. Hoy, El 77% de la población es partidaria, a pesar del contexto económico, de aumentar o mantener el presupuesto en I+D.

Desde 2008, año de realización de la IV encuesta FECYT, el interés de la población española por la ciencia ha crecido un 36%, pasando del 9,6% al 13,1%. Además, desde dicho año ha crecido un 10% el número de personas que asocian el progreso científico al desarrollo económico y un 20% los que lo asocian al empleo. También se ha incrementado un 25% el porcentaje de españoles que piensan que la ciencia contribuye a reducir las diferencias entre países ricos y pobres.

La ciudadanía aprecia, pues, el potencial económico de la ciencia y entiende que sin I+D no hay salida, ya, a ninguna crisis.

Diez líneas de aconteceres económicos:

En 2000 el estallido de la burbuja punto-com dejó un inmenso capital suelto. Tras el 11-S los americanos tiraron el precio del dinero para animar a un sistema económico en estado de shock. La confluencia de ambas circunstancias, dinero barato y necesidad de colocarlo, abrió el crédito a sectores escasos de solvencia. Se titulizaron esos créditos y se comercializaron por todo el mundo. Menudeó el apalancamiento. Se recalentó la economía. Creció la inflación. Subieron los tipos de interés para controlar la inflación. La gente no podía pagar al banco. Los embargos devaluaron activos. Los títulos no valían nada. Crack. Se corta el crédito y catacrack que alcanza a Europa, la cual por la reunificación alemana y después por el Euro, lo había estado regalando o casi. El que vivió por encima de sus posibilidades es el sistema financiero.

Casi todas estas cosas se nos ocurren dándole alguna vuelta a lo que los tertulianos nos han venido diciendo. Y los tertulianos y los expertos que se habían equivocado, que son los que había, también decían, cuando les invitaban a las tertulias, que durante la bonanza económica no se hizo, en España, lo suficiente por la educación y por la ciencia y en eso no se equivocaban y hablaban, atemorizados, de un pacto por la educación y de una nueva ley de la ciencia.

Eso es lo que refleja la V Encuesta Bianual de Percepción Social de la Ciencia realizada, a finales de 2010, por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, (FECYT) al mostrar un espectacular aumento del interés de los ciudadanos por dichos temas. Sin embargo, cuando esto pase, olvidaremos. Ojalá no se pierda otra década. Se perdió una entre milenios.

Por primera vez desde que se realiza el sondeo FECYT son más los españoles que consideran aceptable la educación recibida en ciencias, que aquellos que creen que ha sido escasa.

¿Ayudará esa sensibilidad latente a no olvidar, a pesar de que la supongamos ausente en el 30% de los adolescentes educandos, superdotados incluidos, que, año a año, engrosan las bolsas del fracaso escolar? ¿Estaremos capacitados para ajustar nuestro nivel de productividad a nuestro nivel de vida o viceversa?

Esas dudas las expresan algunos ciudadanos cuando se preguntan: ¿así podremos vivir mejor?

Los resultados señalan que los consultados aseguran tener menos información sobre ciencia y tecnología de la que les gustaría. La encuesta pone de manifiesto un desfase entre el interés que manifiestan los encuestados y la información que poseen en temas de ciencia y tecnología. La televisión es la fuente más importante de información científica y tecnológica, pero Internet duplica en 4 años su penetración como canal predilecto. El 66,8% califica la información científica en internet de suficiente y ya es el canal más usado entre los menores de 34 años.

La consulta destaca el prestigio de los científicos que son, con los profesionales de la salud, los más valorados.La percepción de los encuestados sobre Ciencia y Tecnología es moderadamente positiva. 6 de cada 10 consideran que los beneficios de la Ciencia y la Tecnología son mayores que los perjuicios. En cuanto a las áreas en las que los ciudadanos piensan que deben concentrarse los esfuerzos en investigación, la salud es señalada de forma prioritaria, seguida de fuentes energéticas y medioambiente.

El dato sobre áreas nos hace apreciar un cierto sesgo tecnológico al respecto. Verbi gracia, leímos en internet y oímos en alguna televisión que podemos vivir más y más saludablemente y ahora queremos tener larga vida y salud. Eso es demanda de innovación. Innovación, que es concepto fuerza en el marco de la percepción social de la ciencia, tal y como el sondeo de la FECYT manifiesta.

Sabemos quienes transitamos nuestra publicación. No obstante, por si algún ejemplar fuese a parar a la sala de espera de un consultorio clínico, lo cual nos honraría, fijaremos unas mínimas bases conceptuales, utilizando para ello fuentes convencionales (Diccionario de la Real Academia de la Lengua, Manual de Frascati...). La “racional exuberancia” del quehacer científico coetáneo, globalizado y en aceleración histórica sin precedentes, dada su difusión, nos lo aconseja.

Conocimiento científico es el que proporciona el método científico.

Método científico es el procedimiento fijado de antemano por una disciplina con el fin de alcanzar conocimientos válidos.

Investigación científica es la búsqueda de conocimiento mediante métodos científicos.

Ciencia es, en sentido amplio, el conocimiento sistematizado referido a cualquier campo.

Técnica es un procedimiento o conjunto de reglas, normas o protocolos, que tienen como objetivo obtener un resultado determinado en cualquier actividad.

Tecnología es el conjunto de conocimientos técnicos, ordenados científicamente.

Las actividades científicas y tecnológicas, (UNESCO) son la investigación y el desarrollo experimental, I+D más la enseñanza y formación científica y técnica y los servicios científico y técnicos, siendo estos últimos las actividades de ciencia y tecnología de bibliotecas y museos, traducción y edición de literatura en ciencia y tecnología, control y prospectiva, recogida de datos sobre fenómenos socioeconómicos, ensayos, normalización y control de calidad, asesoramiento a clientes y servicio de asesoría, actividades en materia de patentes y licencias a cargo de las administraciones públicas.

La I+D comprende el trabajo creativo llevado a cabo de forma sistemática para incrementar el volumen de conocimientos incluido el conocimiento del hombre, la cultura y la sociedad y el uso de esos conocimientos para crear nuevas aplicaciones.

La investigación, (I) en el marco de la I+D, se clasifica, según sus características, en investigación básica, investigación orientada e investigación aplicada.

La investigación básica consiste en trabajos experimentales o teóricos que se emprenden fundamentalmente para obtener nuevos conocimientos acerca de los fundamentos de fenómenos y hechos observables, sin pensar en darles ninguna aplicación o utilización determinada; esta referencia es crucial, ya que el ejecutor puede no conocer aplicaciones cuando hace la investigación o responde a encuestas.

La investigación básica orientada se lleva a cabo con la idea de que producirá una amplia base de conocimientos susceptibles de constituir un punto de partida que permita resolver problemas ya planteados o que puedan plantearse en el futuro.

La investigación aplicada está dirigida fundamentalmente hacia un objetivo práctico específico. Este tipo de investigación implica la consideración de todos los conocimientos existentes y su profundización, en un intento de solucionar problemas concretos.

El desarrollo experimental es un trabajo sistemático, basado en el conocimiento existente obtenido de la investigación y de la experiencia práctica, que va dirigido a la producción de nuevos materiales, productos o dispositivos, a la puesta en marcha de nuevos procesos, sistemas y servicios, o a la mejora sustancial de los ya existentes.

Hay muchos problemas teóricos y prácticos, asociados a estas categorías, las cuales parece que atribuyen a las actividades de I+D una secuencia y una separación que raramente se dan con nitidez. Por ejemplo, la distinción, en algunos casos, entre investigación básica orientada e investigación aplicada. Es por ello que, en un informe que he tenido la satisfacción de realizar para COTEC, plantease conceptualizar la investigación aplicada como investigación aplicada orientada a desarrollo experimental.

Innovación es un cambio basado en conocimiento científico que genera valor económico. Las actividades de innovación son un conjunto de etapas científicas, tecnológicas organizativas, financieras y comerciales, incluyendo las inversiones en nuevos conocimientos que llevan o que intentan llevar a la implementación de productos y de procesos nuevos y mejorados.

La investigación, el desarrollo experimental y la innovación, (i) articulan el denominado I+D+i.

La I+D+i es una actividad económica, entendiéndose por tal a aquella que da lugar a la producción de bienes y servicios para su venta.

El sistema de innovación es una herramienta de análisis, una forma de ver el proceso innovador como un conjunto de agentes o subsistemas que interactúan entre sí para la creación y uso del conocimiento económicamente útil. Los dos principales son el tejido empresarial y el entorno, configurado, este último, por la interacción de las instituciones educativas, financieras, legislativas, el mercado y la cultura de la población, los servicios, la investigación pública, el tejido productivo, las administraciones.

La innovación puede ser implícita o explícita. Nos atrevemos a relacionar la innovación implícita con las actitudes creativas de actores implicados en procesos productivos. Debemos fomentarla en su lugar, es decir en el impulso de una cultura y un orden productivos en los que la creatividad sea un valor a favorecer y a entrenar de forma explícita.

En el ámbito de la innovación explícita, la que se despliega en unidades insertadas en el sistema de Innovación, la investigación básica orientada, aplicada, el desarrollo experimental y la innovación solo adquieren sentido, articuladas proactiva y retroactivamente en dicho sistema.

Aunque la investigación básica no se ocupe de su aplicabilidad más allá de los procesos que le son propios, sin ella no sería posible la I+D+i. Este último párrafo no lo aprecia la ciudadanía. ¿Le interesa a la investigación básica cambiar esa tendencia?

Cerca de dos mil quinientos investigadores de más de 160 instituciones y organismos científicos has suscrito, en marzo de 2011, una carta presentada al Presidente del Gobierno de España, a la Comisión de Ciencia y Tecnología del Congreso y difundida en agencias de noticias, medios de comunicación y en Facebook. Todos ellos coinciden en que los recortes presupuestarios decididos como consecuencia de la crisis económica van a provocar pérdidas de competitividad y de credibilidad de la política científica española, lo que dificultará la configuración de un modelo productivo basado en el conocimiento. Se insiste, así mismo, en que el recorte presupuestario no debe afectar desproporcionadamente a la I+D y en que se mantenga o aumente su porcentaje con respecto al producto interior bruto, PIB. Los firmantes de la misiva proponen un pacto de Estado que permita planificar a largo plazo los recursos humanos y financieros en investigación.

Según la consulta FECYT, lo anterior sí lo aprecia la ciudadanía.

Alguna consideración, en fin, sustentada en un breve fragmento entresacado de la presentación del informe COTEC 2010 sobre Tecnología e Innovación en España. Allí se dijo: “A partir de ahora, entenderemos la innovación, como el proceso que hace que toda la sociedad contribuya a un mayor y mejor uso del conocimiento para lograr un mayor bienestar. Y entenderemos la tecnología, también en su sentido más amplio, es decir, tanto la procedente de las ciencias exactas y naturales, como la de las ciencias socioeconómicas y humanas. Todo esto, sin duda, nos va a obligar a una nueva lectura del modelo de sistema de innovación. Porque a partir de ahora, el agente central para todas las acciones, deberá ser el conjunto de la sociedad”.

Tras leerlo en internet pensé: algunos tocan a arrebato... y me parece bien. ¿Acudirá la comunidad educativa? ¿Acudirán los medios de comunicación? ¿Acudirán las otras organizaciones productivas? ¿Competitividad y bienestar social irán de la mano?

Nosotros afirmamos con emoción: Convivencia Social basada en conocimiento científico.

Así como las gramáticas unifican las lenguas, las epistemologías unifican las ciencias. Hablamos, pues, de ciencias, métodos y técnicas. Esa diversidad, donde los sistemas democráticos y las economías de mercado confluyan, es la que proporciona obvia influencia a las opiniones pública informadas, para modelar las características más concretas de lo que hemos dado en llamar modelo productivo.

Escribo estas líneas mientras se sitúa en primerísimo plano de la actualidad una crisis nuclear en Japón, consecuencia de un terremoto descomunal y un tsunami devastador. El trágico escenario augura novedades, estructurales o no, en el balance entre grupos de interés cuyas cuentas de resultados económicos y sociales, dependen, en buena medida, de la I+D+i.

En Occidente, las actitudes de la ciudadanía expresadas desde su condición de usuarios y puestas en valor por conveniencia de los medios de comunicación y por las redes celulares y en internet, con el referente del consumo y de las urnas, serán la mano psicosocial que con su índice señale a quienes van a predominar.